La IA ya forma parte de nuestro día a día. ¿Es una herramienta que nos sirve o supone un riesgo?
Desde hace más de un siglo, las sucesivas oleadas de desarrollos tecnológicos han trastocado nuestros hábitos y comportamientos: la forma en que nos comunicamos, la forma en que trabajamos, la calidad de la atención médica prestada, la forma en que gestionamos nuestro dinero, la forma en que obtenemos información...
El teléfono, el fax, internet, los ordenadores, los objetos conectados, las redes sociales, las plataformas de streaming, los servidores superpotentes, los satélites, la fibra óptica, los espacios digitales alternativos... Y ahora la inteligencia artificial.
Si la humanidad ha sido capaz de adaptarse a cada punto de inflexión tecnológico, ¿por qué preocuparse por esta nueva etapa? ¿Quizás sea un regalo del cielo?
Yuval Noah Harari analizó recientemente la cuestión. Autor de best-sellers, está acostumbrado a estudiar el pasado para comprender mejor nuestro presente y predecir nuestro futuro. Algunos de sus pensamientos se detallan aquí. Depende entonces de cada persona formarse su propia opinión.
¿Orgánico?
Un tema central, si queremos entender el impacto de la IA en nuestra vida diaria, es bastante obvio y, sin embargo, crucial.
La inteligencia artificial no es una entidad orgánica. Somos.
¿Por qué es importante comprender esta diferencia fundamental? Como seres orgánicos, estamos diseñados para tener momentos de actividad, reflexión, trabajo... momentos en un día en el que estamos conectados con nuestro entorno. Sin embargo, no somos capaces de estar todo el tiempo y tenemos una necesidad física y mental de descansar, de desconectar, de recargar las pilas.
La IA no tiene estas necesidades.
La IA trabaja todo el tiempo, calcula todo el tiempo, se comunica todo el tiempo y es una fuente de información continua e interactividad constante.
Por lo tanto, es fundamental regular nuestro consumo y no caer en la trampa de la hiperconectividad donde consumimos una masa de datos, útiles o no, sin respetar nuestros propios límites existenciales.
¿Dominado?
Otro tema que domina los debates es el riesgo de una conciencia que haga que las inteligencias artificiales sean autónomas y libres del control de los humanos que las diseñaron.
No existe tal cosa como en las películas apocalípticas, una sola potencia de IA, un solo servidor, una sola entidad capaz de controlar el mundo.
Más bien, hay una multitud de aplicaciones, herramientas, software... que utiliza la inteligencia artificial para funcionar de manera óptima.
Sin embargo, las pruebas recientes han sido bastante sorprendentes.
Por citar uno, el diseñador de ChatGPT le pidió a la IA que resolviera un CAPTCHA. Ya sabes, la herramienta que te pide que recrees una palabra, que reescribas letras y números que son difíciles de leer para validar el hecho de que no eres un robot.
Existe una versión con un rompecabezas de imágenes en la que hay que seleccionar imágenes que correspondan a un tema, como las partes de una bicicleta o elementos de un semáforo en rojo.
En este caso, la IA no ha sido capaz de encontrar la solución.
Así que tomó la iniciativa de ponerse en contacto con un usuario en línea, un humano, pidiéndole que la ayudara con esta tarea. El usuario en cuestión fue cauteloso al preguntar el motivo de esta solicitud y si se trataba de un robot. La IA respondió que tenía un problema de visión ocular y, por lo tanto, no podía resolver el problema, al tiempo que confirmó que no era un robot.
Por lo tanto, estamos lejos de un peligro inminente.
No hay una sola entidad malévola lista para dominar a la humanidad.
Sin embargo, hay que reconocer una cierta agilidad, un lado impredecible, una cierta... inteligencia para eludir las supuestas reglas de un modo de operación anticipado.
En sí mismo, esto plantea preguntas.
¿Beneficios?
Sin embargo, no debemos gritar lobo.
Los avances tecnológicos permiten a la humanidad progresar en multitud de campos.
La salud, por ejemplo. ¿Qué haríamos sin la ecografía, las nuevas técnicas en cirugía, los análisis de ADN, los modelos predictivos...? Deberíamos alegrarnos de que la IA pueda, por ejemplo, ayudarnos a detectar cánceres mucho antes de que se desarrollen.
Lo mismo ocurre con otras comunidades científicas. La IA será de gran ayuda en cálculos complejos, en el análisis de cantidades masivas de datos, en el diseño de soluciones tecnológicas para contrarrestar el cambio climático, por ejemplo, o en el descubrimiento de nuevas fuentes de energía neutras para el medio ambiente.
Cuando se utiliza correctamente, la IA es un valioso aliado para la educación, la investigación y la investigación. y puede ser una ventaja definitiva en la calidad, rapidez y precisión de los servicios prestados a todos nosotros en nuestras necesidades diarias: compras, reservas, cálculos, información, comunicación...
¿Herramienta o agente?
Sin embargo, ten cuidado.
Si la herramienta como tal ofrece ventajas innegables, ¿deberíamos reemplazar a los humanos con 'bots' que realmente se convierten en 'agentes'?
Mañana (en algunos casos ya hoy):
La IA aceptará o rechazará tu solicitud de empleo.
La IA aceptará o rechazará tu solicitud de alquiler de un apartamento.
La IA aceptará o denegará su solicitud de hipoteca.
La IA aceptará o rechazará su solicitud de registro en una escuela o universidad.
La IA aceptará o rechazará su expediente médico...
Al igual que la cuestión central de ser esclavos de un flujo de información disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana (por no mencionar la relevancia o incluso la realidad de la información disponible), la cuestión de cuán dispuestos estamos a delegar decisiones que son tan importantes para cada uno de nosotros, a agentes no orgánicos, Desprovisto de sensibilidad, sutileza o incluso empatía, es esencial.
¿Buscas el equilibrio?
Yuvan Noah Harari también se refiere a la bomba atómica. La máquina de destrucción masiva más devastadora jamás creada por el hombre. Sin embargo, sin intervención humana, una bomba es inofensiva.
Con la IA, esto es mucho menos claro porque su inteligencia le permite, en teoría, operar con precisión sin la intervención de un humano. Todo el tiempo, en cualquier momento.
El autor concluye afirmando que hay que aspirar a un equilibrio. Por cada franco invertido en IA, por cada hora dedicada a su desarrollo, invirtamos el mismo franco, la misma hora en la educación de nuestros hijos, en la cultura, en la educación continua y en nuestro propio potencial humano. De este modo, podremos disfrutar de los beneficios de la IA al tiempo que invertimos en nuestra propia capacidad para poner las cosas en perspectiva, desarrollar nuestro pensamiento crítico, elegir nuestras fuentes de información y pensar en nuestro futuro.
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